Allí la espera el tiempo.
Tras el cristal su rostro
invisible, en silencio.
Me mira, ciega y dulce,
con los ojos abiertos.
La noche está a mi lado,
su ventana está lejos.
Alguien la busca a veces
vestida de negro,
joven madre del luto,
flor del viento.
Sus manos rezan
sobre su pecho.
Y ella, niña, me mira
con sus ojos viejos.
Y yo la busco
dulce, muerto.
Jaime Sabines
lundi, décembre 08, 2008
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