samedi, décembre 23, 2006

A LA QUE ES DEMASIADO ALEGRE

Tu cabeza, tu gesto, tu aire
Como un bello paisaje, son bellos;

Juguetea en tu cara la risa

Cual fresco viento en claro cielo.


El triste paseante al que rozas

Se deslumbra por la lozanía

Que brota como un resplandor

De tus espaldas y tus brazos.


El restallante colorido
De que salpicas tus tocados

Hace pensar a los poetas

En un vivo ballet de flores.

Tus locos trajes son emblema

De tu espíritu abigarrado;
Loca que me has enloquecido,

Tanto como te odio te amo.


Frecuentemente en el jardín

Por donde arrastro mi ironía,

Como una ironía he sentido

Que el sol desgarraba mi pecho;


Y el verdor y la primavera
Tanto hirieron mi corazón,

Que castigué sobre una flor

La osadía de la Naturaleza.


Así, yo quisiera una noche,

Cuando la hora del placer llega,

Trepar sin ruido, como un cobarde,

A los tesoros que te adornan,


A fin de castigar tu carne,

De magullar tu seno absuelto

Y abrir a tu atónito flanco

Una larga y profunda herida.


Y, ¡Vertiginosa dulzura!

A través de esos nuevos labios,

Más deslumbrantes y más bellos,

Mi veneno inocularte, hermana.


Baudelaire.

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