jeudi, novembre 12, 2009

Ahora nuestro reloj marca la misma hora, ya no tengo una de más, pero aun nos separan siete centímetros; te doy la espalda, volteo, te observo y te extraño, espero a que digas algo pero sólo hay silencio y más silencio y con silencio respondo, me pregunto si aun puedo decir algo, si vale la pena. He decidido guardar mis palabras y esperar, no sé que, pero esperar.

Nuestras nuevas actividades nos separan, casi nos levantamos a la misma hora pero nos vamos a dormir a distintas, yo a veces no duermo y leo, me es grato leer como nos fuimos conociendo, me avergüenza aceptar que en un momento de decisión absurda borrase todo, casi todo, las conversaciones se salvaron y ahora me entretienen, siempre estarán presentes y es como escucharte.

Al principio te veía, preguntando que pasaba, lo comprendí y continué mi camino, meses después vuelvo a mirarte, es como estar espiándote, no puedo evitar estudiar tu rostro intentando descifrar algo, los siete centímetros que me parecían de más ahora me mantienen a salvo, no sé que podría pasar si se borran, ¿se rompería el silencio?, no lo sé. No es momento, algún día los borraremos y bailaremos en silencio.

Por ahora te observo desde mi extremo de la cama, me tomo el café que a ti no te gusta, trato de leer tus labios pero siempre me ha ido mejor con tu mirada; aun compartimos la botella de vino y quizás algunos malos hábitos, sé que desde tu sitio, de reojo, lees mis movimientos, tan discreto que no he podido descubrirte, me ocultas tu mirada para que no me entere.



Al final seguimos jugando, en silencio y escondidos, tú de un lado y yo de otro, siempre respetando los siete centímetros, es la forma de saber que aun respiramos.

Shhhhh…


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